Waterloo
Las torres románicas y góticas de sus innumerables iglesias caracterizan las ciudades y los pueblos de la provincia del Brabante valón.Las ruinas de la abadía de Villers-la-Ville, eminentemente románicas en medio de tanto verdor, recuerdan la tumultuosa historia de las comunidades religiosas. El Castillo de la Hulpe alberga obras del artista: Jean-Michel Folon. El mayor foco de atracción en la provincia más joven del país es seguramente el campo de batalla de Waterloo en el que Napoleón sufrió, en junio de 1815, una derrota aplastante a manos de las fuerzas angloholandesas al mando de Wellington y del ejercito prusiano de Blücher.

El Panorama de la batalla de Wellington inaugurado en 1912, alberga un lienzo circular de 110m de largo y 12 de alto que ilustra las escenas de la batalla. Una plataforma central nos situa en el centro de una panorámica, en la que infantería y caballería combaten con mucho realismo.
En el corazón del pueblo de Waterloo se encuentra el Museo Wellington, antigua posta del siglo XVIII que sirvió de cuartel general a Wellington. Este museo retrata de manera didáctica, con grabados, armas, documentos y magníficos mapas luminosos, el contexto político, antes y después de la batalla, así como el desarrollo de los combates con todos sus detalles.
El último cuartel general de Napoleón se encuentra en Vieux-Ganappe, antigua granja construida en 1757, en la que Napoleón se instaló con su estado mayor. Es el único museo napoleónico de Bélgica, en sus salas, presenta recuerdos personales del emperador, armas y objetos relacionados con la batalla.
En los alrededores de Waterloo encontraremos la Abadía de Villers en Villers-la-Ville, ocupa unas 30 ha. de espacios verdes y constituye uno de los espacios monásticos más importantes de Europa. Fundada en el siglo XII por impulso de San Bernardo el monasterio invita a descubrir más de 850 años de historia y vida cotidiana.
La colegiata de Sainte-Gertrude en Nivelles, se tarta de un conjunto excepcional de la alat Edad Media. La colegiata románica forma parte de los grandes monumentos imperiales. Al visitarla viajaremos del siglo VII al XIII, a través de los sotanos, la cripta, el claustro, el salidizo, y el tesoro. La abadía merovingia imperial formaría más tarde, bajo el reinado de los carolingios, parte del Camino de Santiago.
De mayo a septiembre, podrás embarcar en un crucero por el canal Charleroi-Bruselas. A lo largo del canal se encuentran las obras de ingenieria más importates de las vias fluviales: el Plano inclinado de Ronquières y el ascensor Strépy-Thieu(declarado Patrimonio de la Humanidad) donde el barco supera un desnivel de 73 metros.
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